Me
entretuve bastante antes de la salida tomando café junto al
Monasterio. La etapa de aquel día se dividía en dos partes bien
diferenciadas: la primera, hasta Arzúa, transcurría por un camino
asfaltado en un 80%. Esta foto es del 20% sin asfaltar:
Me
la hizo un conductor de camión portugués con el que hablamos de la
crisis y demás. Al fondo puede verse un grupo de peregrinos de
Murcia que también habían salido del Monasterio.
Al
pasar por la población de Boimorto me encontré con el mojón de los
50 kms.
En
Arzúa acaba el Camino del Norte fundiéndose con el Francés. Al
cruzar la ciudad pasé por la puerta del albergue público donde
había más peregrinos esperando a que abrieran que en casi todo el
Camino del Norte.
Dejé
atrás los soportales y fachadas revestidas de madera de la ciudad y
entré en un entorno rural. Pasé por la Fuente os Franceses, que
recordaba de cuando nueve años atrás pasé por aquél mismo lugar
corriendo. Recordaba bien la ciudad y aquella parte del camino.
Ya
había cambiado no solo el número de peregrinos con los que
coincidía, sino también la temperatura y sobre todo el propio
camino, ya que estaba asfaltado casi en su totalidad.
La
etapa se me hizo agradable y antes de las 4 de la tarde ya estaba en
Brea.
Decidí
no continuar. Ya estaba a unos 23 kilómetros de Santiago y había
caminado 34,6.
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